Esa escritura, preñada de furia, muerte y enigma, se fue cincelando. La furia se hizo más sobria, se convirtió en precisión y firmeza; la muerte y el enigma permanecieron. Lo atestiguan novelas ejemplares como Villa o El peletero, y también los cuentos aquí reunidos. Son un microcosmos de su obra, una eximia galería de sus temas y de la madurez de un escritor. La ambigua dignidad del pasado, los oficios y los valores en vías de extinción, el perdurable recuerdo del primer amor, la sombra helada y solitaria que proyecta una tragedia. La maestría narrativa de Gusmán se despliega en estas páginas.
Esa escritura, preñada de furia, muerte y enigma, se fue cincelando. La furia se hizo más sobria, se convirtió en precisión y firmeza; la muerte y el enigma permanecieron. Lo atestiguan novelas ejemplares como Villa o El peletero, y también los cuentos aquí reunidos. Son un microcosmos de su obra, una eximia galería de sus temas y de la madurez de un escritor. La ambigua dignidad del pasado, los oficios y los valores en vías de extinción, el perdurable recuerdo del primer amor, la sombra helada y solitaria que proyecta una tragedia. La maestría narrativa de Gusmán se despliega en estas páginas.