«Sabían que iban a morir durante el viaje, sin haber llegado a ninguna parte. Eran genios, pero no tontos. ¿No morían a diario miles de personas por hora sin haber llegado nunca a ninguna parte? Algunos necesitan de dos o de tres o de cuatro generaciones para ascender en la escala social, para estudiar en una buena universidad y veranear en el mar; otros desbarrancan. Los seis jóvenes astronautas llevaban su descendencia a otra galaxia, a un planeta en el que sus tataranietos, nacidos en el espacio, formarían una comunidad, un pueblo, una nueva civilización. No había ninguna diferencia, excepto por el tamaño del salto».
«Sabían que iban a morir durante el viaje, sin haber llegado a ninguna parte. Eran genios, pero no tontos. ¿No morían a diario miles de personas por hora sin haber llegado nunca a ninguna parte? Algunos necesitan de dos o de tres o de cuatro generaciones para ascender en la escala social, para estudiar en una buena universidad y veranear en el mar; otros desbarrancan. Los seis jóvenes astronautas llevaban su descendencia a otra galaxia, a un planeta en el que sus tataranietos, nacidos en el espacio, formarían una comunidad, un pueblo, una nueva civilización. No había ninguna diferencia, excepto por el tamaño del salto».