21.Es preciso gritarlo de una vez por todas; heroína no es Tania la guerrillera, ni La monja alférez, ni Pepita la pistolera sino la mujer que vive sola su día a día. Ser una heroína es salvar a un perro baleado con medicación homeopática, agradecer la frase «si no te besé aquella vez no te voy a besar más» (lindo para una canción), psicopatear a un novio de barrio y terminar llorando, jugar a cuál de las propias emociones se gana el premio a la pelotudez, viajar a la casa en la playa de alguien que se pasó sin culpas del marxismo al snobismo, amamantar a un ternero obligada por un ex y su actual pareja… y todo así. Los cuentos de Gabriela Bejerman se leen con la velocidad feliz con que, enarbolando una lengüita de almeja, una heroína devoraría un helado dibujado por Roy Lichtenstein.María Moreno
21.Es preciso gritarlo de una vez por todas; heroína no es Tania la guerrillera, ni La monja alférez, ni Pepita la pistolera sino la mujer que vive sola su día a día. Ser una heroína es salvar a un perro baleado con medicación homeopática, agradecer la frase «si no te besé aquella vez no te voy a besar más» (lindo para una canción), psicopatear a un novio de barrio y terminar llorando, jugar a cuál de las propias emociones se gana el premio a la pelotudez, viajar a la casa en la playa de alguien que se pasó sin culpas del marxismo al snobismo, amamantar a un ternero obligada por un ex y su actual pareja… y todo así. Los cuentos de Gabriela Bejerman se leen con la velocidad feliz con que, enarbolando una lengüita de almeja, una heroína devoraría un helado dibujado por Roy Lichtenstein.María Moreno